En el contexto tecnológico, un hash es
una función que toma cualquier cantidad de datos y los transforma en una cadena de caracteres de longitud fija, conocida como valor hash o huella digital.
Este proceso es unidireccional, lo que significa que es fácil calcular el hash a partir de los datos originales, pero extremadamente difícil (o imposible) obtener los datos originales a partir del
hash.
Los hashes son fundamentales en seguridad informática y se utilizan para verificar la integridad de datos, almacenar contraseñas de forma segura, entre otras aplicaciones.
Características principales de un hash:
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Unicidad:
Pequeños cambios en los datos de entrada resultan en hashes completamente diferentes.
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Determinismo:
Para los mismos datos de entrada, el hash generado siempre será el mismo.
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Unidireccionalidad:
Es computacionalmente inviable revertir el proceso y obtener los datos originales a partir del hash.
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Longitud fija:
Un hash siempre tiene la misma longitud, independientemente del tamaño de los datos de entrada.
Aplicaciones comunes de los hashes:
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Verificación de la integridad de datos:
Se utiliza para comprobar si un archivo ha sido modificado después de haber sido descargado o transferido.
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Almacenamiento seguro de contraseñas:
En lugar de guardar las contraseñas en texto plano, se guarda su hash, lo que evita que se puedan leer si se produce una
filtración de datos.
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Firmas digitales:
Los hashes se utilizan para crear firmas digitales que garantizan la autenticidad e integridad de documentos.
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Blockchain:
Los hashes son la base de la estructura de datos de las blockchains, permitiendo la creación de cadenas de bloques
inmutables.
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Criptomonedas:
Los hashes son esenciales en la minería de criptomonedas y la verificación de transacciones.